Tras el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson (EP) es normal que una de las primeras preguntas que surjan sea cuándo se inicia el tratamiento.1

En general, la decisión de cuándo y con qué tratar debe ser individualizada atendiendo a las características de cada paciente: edad, sintomatología, actividad diaria (física, laboral, etc.) presencia de otras patologías, etc.1,2

El tratamiento farmacológico suele iniciarse tras el diagnóstico, sobre todo si ya existe limitación de la capacidad funcional que afecte a su vida diaria y a sus relaciones sociales.

Al no existir un fármaco que se pueda considerar de primera elección para el tratamiento de la EP, atendiendo a los síntomas, a la edad y al nivel de discapacidad de cada persona se podrá establecer el tratamiento sintomático que mejor se adapte a sus necesidades.1-4

Sin olvidar que también se podrá contemplar comenzar con las medidas no farmacológicas: ejercicio físico regular, hábitos dietéticos y otros estilos de vida saludables.1