La enfermedad de Parkinson (EP) es una patología crónica y evolutiva.1 Sin embargo, los profesionales no pueden predecir con certeza el curso que seguirá la enfermedad que podrá afectar de forma diferente a cada persona. Mientras que algunos pacientes tienen una evolución estable, con poco deterioro durante el transcurso de los años, otros desarrollan discapacidades en etapas más tempranas de su enfermedad.2

Pese a que la velocidad de progresión de la enfermedad es muy variable de un paciente a otro, es importante concienciarse de que, con la medicación y las terapias de rehabilitación complementarias, se puede:1

  • Frenar el ritmo de avance y la intensidad de los síntomas considerablemente.1
  • Prevenir la aparición de complicaciones.2
  • Mantener una calidad de vida satisfactoria durante bastantes años.1

Es por ello que cada paciente precisa en cada momento una evaluación individual y la necesidad y dosis de uno u otro tratamiento se debe ajustar al momento y a la persona.3